domingo, 17 de julio de 2011

La maldición continua

Ya he comentado antes sobre la maldición que pesa en el lado paterno de mi familia. Dicha maldición consiste en que ninguno de los portadores de dicho apellido tendrá un matrimonio exitoso. La excepción a la regla es una de las primas medianas la cual siempre hemos creído es bruja así que no concursa en este asunto, el resto de nosotros, desde el más grande (tiene 43) con su noviazgo eterno hasta el más chico (próximo a cumplir 22) con su recientemente finalizado amorío, somos casos lejanos a cumplir dicho sacramento.

El año pasado creímos que la maldición por fin se había terminado cuando, en un acto algo precipitado y bastante oneroso, uno de los primos treintones logró contraer nupcias con una mujer de mi edad la cual conoció en un centro de Alcohólicos Anónimos especializado en el quinto paso. Esta mujer al parecer asistía al grupo para acompañar a una de sus hermanas pero se rumora que en realidad ella iba a tratar sus problemas neuróticos.

Durante la comida me fue informado que la maldición que parecía haber terminado continua más vigente que nunca ya que dichos primos han decidido separarse por incompatibilidad de caracteres. En términos simples: ya no se aguantaron y se mandaron al diablo.

Dejando de lado la maldición por un momento, no sé por qué la familia se sorprende de este divorcio si se veía venir. ¿En qué momento creyeron que un matrimonio nacido en un Centro AA tenía esperanza de llegar lejos? Es como ir a armar tu equipo de soccer a algún centro Teletón: por muchas ganas que le echen empezaron con un gran handicap en contra.

Sabiendo que la maldición continua y que seguramente continuará hasta la muerte del último portador del apellido he perdido toda esperanza de llegar de blanco al altar... esperen, ya había perdido esa esperanza hace mucho. Total, a mi el matrimonio aparte de parecerme anacrónico también me resulta de lo menos atractivo. Lo de hoy es el amor libre y pasajero.

7 comentarios:

I'm Violet Veela dijo...

No iremos a ningún altar en ningún futuro próximo. Chale

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con el amor libre, pero no con el amor pasajero. No necesita uno casarse para adquirir un compromiso sincero y entregarse al otro.
Muy buen post, Janus.
Paradójicamente, odio las bodas y soy enemiga del matrimonio.
Ele y Juan Pa
http://sailing-nena.blogspot.com/

NTQVCA dijo...

Haciendo a un lado las maldiciones, ahora que estaba leyendo tu post me pregunté de pronto porque ando siempre aquí en el chisme, eres como mi telenovela favorita, chales. Tú siguele contando no me hagas caso.

Anónimo dijo...

Lo único chingón de las bodas es empedarse gratis, ver como balan los demás y ah! el pastel en increíbles rebanadas de 1cm. ¡Jajaja!

Fuera de eso, nadamás me queda el comentario que un día mi papá le hizo a un extraño mientras veíamos a unos novios saliendo de la iglesia: "Ese es el único día feliz que van a tener"
A lo que el extraño asintió con la cabeza para que acto seguido su mujer le reclamara: "No es cierto! Los días en los que nacieron mis hijos también fueron días felices"
¡Jajaja!

Ni hablar, somos la generación que le dijo NO al matrimonio.

la mis dijo...

yo ya finjo felicidad en las bodas, así que me resigno a ser una soltera por estado de ánimo y no por civil. he dicho.

Danny dijo...

¿También tu familia está maldita? Deberíamos sindicalizarnos. Jajaja.

Danny dijo...

Te iba a decir sobre el origen del romance y el poco futuro que desde un principio si no se veía, se suponía. Y no soy el pulpo Paul.