domingo, 27 de octubre de 2013

Y colorín colorado...

Cada año un amigo de la preparatoria que me estima más de lo que yo a él celebra su cumpleaños con una gran fiesta en su casa. De igual forma, cada año asisto sólo para conservar el contacto y ver a uno que otro amigo de la secundaria que también son amigos del cumpleañero.

Ayer hubo una invitada especial: M. Sí, aquella M. de la que me alejé cuando me cansé de la relación de ir y venir que tenía con ella y que curiosamente conocí cuando era novia del festejado. En un par de ocasiones M. me había mandando un par de mensajes por fb, los cuales no contesté por no verle caso a tener contacto con ella. No la he borrado de esa red social porque eso hubiera sido darle importancia que ya no tiene y a ella le encanta ese tipo de atención.

Volviendo a la fiesta, llegué solo y no encontré caras conocidas para refugiarme. Por el contrario fui encontrado por M. quien, con una gran sonrisa, me saludó y me dijo que le daba mucho gusto verme. Intenté platicar con ella pero la verdad es que no tenía ningún interés en hacerlo así que ella fue quien habló. Me preguntó que si estaba enojado con ella basada en los mensajes sin respuesta que me había enviado y le dije que no, que ya no teníamos nada en común y que no me habían dado ganas de contestarle.

Me platicó qué es de su vida ahora, de "cuánto ha cambiado desde que dejamos de hablar" y, tras meditar un momento me preguntó: "¿Debo hacer el esfuerzo por acercarme a ti o no vale la pena?". Mi respuesta fue directa: "No lo vale, no me interesa.". Agachó la cabeza y prometió respetar mi decisión. Justo en ese momento comenzamos a tener una de esas discusiones sobre nuestra forma de ver la vida, de esas que al final fueron la causa del distanciamiento, pero afortunadamente llegó una amiga de la secundaria a quien le presté mi total atención y, aprovechando que M. se había ido al baño la acompañé a donde había más de nuestros conocidos.

Pasada una hora vi a M. despedirse del festejado y, sin despedirse de mi, caminar hacia la salida cerrando, al menos para mi, ese ciclo pendiente.

viernes, 25 de octubre de 2013

De hombres y granadas viejas... ¿o serán viejas granadas?

Una de las cosas que me caracteriza es la nostalgia que acostumbro sentir por tiempos pasados, aquellos momentos que se fueron y que jamás volverán. En general uno acostumbra pensar que el pasado fue mejor de lo que en realidad fue pero qué importa si ese pensamiento te lleva a una especie de "happy place" que te disocia de la realidad que fue la que originalmente te hizo pensar en el pasado.

Con tanto cambio que ha habido en mi vida últimamente me ha sido imposible mantener a raya a la nostalgia y, buscando justificarme un poco de mis actos, debo culpar a mi actual situación de lo que hice el día de ayer. ¿Recuerdan que me encontré el contacto de L. en mi whatsapp? Pues cual hombre con parkinson que lleva la mano en el seguro de una granada, ayer le quité el seguro a esa granada del pasado y decidí escribirle "nomás pa' ver qué había de nuevo". Solo quería saber si esa granada aun servía, pues.

Días antes había estado pensando en esa época cuando trabajaba en la Roma y no había un día igual al anterior, tenía un equipo de trabajo donde había problemas pero todos éramos solidarios y varias cosas más que no tengo ahora. Seguramente visto desde este punto en el tiempo ese trabajo no parece malo cuando en realidad no era el mejor pero son mis recuerdos y prefiero quedarme con lo "bonito", lo malo lo dejo para otra clase de tortura.

Volviendo a L. la mujer no ha cambiado, busca que tu le digas todo pero ella no te dice nada. De lo poco que logré sacarle es que sigue con mi exjefe y éste puso una empresa. Creo que me cuenta de él porque cree que aun me arde que al final el fue quien se quedó a su lado. La verdad es que ese tema quedó superado desde que empecé a compartir mi vida con A., pero está bien que crea que aun sabe controlarme. En este momento de mi vida, donde mi trabajo me ha vuelto a aburrir y estoy pasando un periodo de cambios e inestabilidad con A., me parece atractivo volver a saber de alguien que tuvo el poder de hacerme pedazos sin siquiera esforzarse.

Ya le quité el seguro a la granada, ahora hay que esperar a ver si todavía tiene la capacidad de explotar.

sábado, 19 de octubre de 2013

Decisión tomada


Y fue tomando cerveza a las 11 a.m. de un domingo, en un Toks lleno de familias fingiendo ser felices, que Veela y su servidor tomamos la decisión de regresar a escribir tras habernos contado cosas que seguramente no escribiremos jamás.

Dejé de escribir en el blog porque dejé de sentir la necesidad de expresar el malestar que me generaba mi vida, malestar al que le puse nombre: Janus. Entre el sujeto con el que la gente interactua y Janus casi no hay diferencias, solo los separa un filtro social que permite al primero ser socialmente funcional. En la época más prolífica de este blog llegó un momento en que no sabía cuál de los dos era quien pasaba más tiempo interactuando con los demás, lo que me llevó a muchos eventos que aquí fueron relatados y que está de más recordar.

Desde que empecé a salir con A. Janus se había mantenido a raya, calmado dentro de mi cabeza como esperando el momento en que algo detonara su salida. Y ese algo llegó con este proceso de vivir con A. ya como pareja joven sin hijos que se compró un departamento. Aquellos que hayan pasado el proceso de dejar de ser "novios que viven en casas separadas" a convertirse en "pareja que compartirá el techo" saben que las cosas nunca son como uno las piensa y que los problemas se vuelven parte del día a día, problemas que antes no tenías porque siempre estaba la opción de irte a tu casa cuando empezaban los reclamos, malos humores o qué se yo y que ahora no tienes porque duermes en la misma cama que el o la que te provocó ese malestar.

La gota que derramó el vaso fue que, durante una revisión casual de mis contactos de whatsapp, encontré que tengo el contacto de L. con todo y foto actual. Como si hubiera encontrado un tesoro, mi corazón comenzó a latir rápidamente y sin saber qué otra cosa hacer le escribí a Veela para contarle mi hallazgo. Su recomendación fue borrar el contacto inmediatamente, cosa a la que me negué porque uno nunca sabe cuándo va a necesitar ese algo que te haga quitarle el seguro a la granada.

Entrar en contacto con ese elemento de mi pasado fue lo que trajo a Janus de vuelta y desde ese entonces he vuelto a tener esos momentos de reflexión que me han hecho tomar la decisión de volver a escribir para canalizar todo aquello que Janus representa. No sé con qué frecuencia estaré pasando por este lugar pero tengan por seguro que la segunda temporada de este blog ha comenzado.